Texto de Gilberto Rodríguez García
La visión holística e integral plantea que la formación comprenda y articule conocimientos globales, conocimientos profesionales y experiencias laborales y se propone reconocer las necesidades y problemas de la realidad (Gonczi, 1996). El modelo de competencias integrales establece tres niveles de acercamiento y de análisis: las competencias básicas, las genéricas y las competencias específicas, cuyo rango de generalidad va de lo amplio a lo particular. Las competencias básicas son las capacidades intelectuales indispensables para el aprendizaje de una profesión; en ellas se encuentran las competencias cognitivas, técnicas y metodológicas, muchas de las cuales son adquiridas en los niveles educativos previos, por ejemplo, el uso adecuado de los lenguajes oral, escrito y matemático. Las competencias genéricas son la base común de la profesión o se refieren a las situaciones concretas de la práctica profesional que requieren de respuestas complejas. Por último, las competencias específicas son la base particular del ejercicio profesional y están vinculadas a condiciones específicas de ejecución.
La UNESCO recomienda que es conveniente agrupar las competencias con base en el Informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI de la siguiente forma:
- Competencias Técnicas: Aprender a hacer. Qué saberes prácticos y teóricos son necesarios que el egresado domine
- Competencias Cognitivas: Aprender a conocer. Habilidades conocimientos y valores Científicos que deberá adquirir el egresado para aprender a comprender
- Competencias Formativas: Aprender a ser y convivir. Valores, actitudes profesionales, sociales y filosóficas que deben tener los egresados
Estos tres tipos de competencias constituyen lo que se ha denominado competencia integrada. Como se señaló anteriormente, los procesos formativos como totalidad plantean forzosamente mirar las competencias integrales desde la relación entre la teoría y la práctica.
Este tercer enfoque busca ligar los atributos generales con el contexto en el que estos atributos serán empleados. Aquí la competencia es concebida como un complejo estructurado de atributos requeridos para el desempeño inteligente en situaciones específicas. A este enfoque se le ha denominado integrado o enfoque holístico de la competencia. Es holístico en tanto que integra y relaciona atributos y tareas, permite un número de acciones intencionales ocurrir simultáneamente, tomando en cuenta el contexto y la cultura del lugar de trabajo en el que se produce la acción (Orozco, 2003).
Con base en ello Orozco define la competencia como la capacidad de un sujeto para desarrollar una actividad profesional o laboral (tareas), con base en la conjunción de conocimientos, habilidades, actitudes y valores requeridos. Tarea es una actividad de tipo profesional que se realiza en un entorno laboral específico. Por ello cuando se consideran las tareas como parte de la enunciación del perfil, aludimos a aquellos tipos de actividades que los profesionales de determinadas áreas realizan, solucionando con ello problemáticas sociolaborales propias de su campo.
Villarini, (1996) desde una visión holística y del desarrollo humano integral, define competencia humana como una habilidad general, producto del dominio de conceptos, destrezas y actitudes, que el estudiante demuestra en forma integral y a un nivel de ejecución previamente establecido por un programa académico que la tiene como su meta. Ser competente significa que la persona tiene el conocimiento declarativo (la información y conceptos), es decir, sabe lo qué hace, por qué lo hace y conoce el objeto sobre el que actúa.
Ser competente también implica, tener la capacidad de ejecución, es decir el conocimiento procesal (sic) o las destrezas intelectuales y psicomotoras para en efecto llevar a cabo la ejecución sobre el objeto. Finalmente ser competente implica tener la actitud o disposición (conocimiento actitudinal) para querer hacer uso del conocimiento declarativo y procesal y actuar de manera que se considera correcta. Las siguientes características definen la naturaleza de las competencias humanas generales:
A) Son resultado de la totalidad de experiencias educativas formales e informales.
B) Son características generales que la persona manifiesta en multiplicidad de situaciones y escenarios como parte de su comportamiento.
C) Son características que una comunidad estima como cualidades valiosas del ser humano.
D) Son capacidades generales que se desarrollan como parte del proceso de madurez, a partir del potencial humano para el aprendizaje, y ante los retos que las diferentes etapas de la vida le plantean a la persona.
E) Son un poder o una capacidad para llevar a cabo multiplicidad de tareas en una forma que es considerada como eficiente o apropiada.
Desde un contexto de formación curricular, para Villarini existen diez áreas de competencias (habilidades) humanas generales que definen la formación integral del estudiante, a saber:
1) Pensamiento sistemático, creativo y crítico
2) Comunicación significativa y creativa
3) Interacción social efectiva
4) Autoestima personal y cognoscitiva
5) Conciencia ética
6) Sensibilidad estética
7) Conciencia ambiental y salubrista
8) Conciencia histórica y cívica
9) Espiritualidad o religiosidad
10) Habilidad psicomotora para la creación y el trabajo
Cuando una competencia humana ha alcanzado un alto grado de desarrollo, al conocimiento declarativo, procesal y actitudinal se añaden otras dimensiones como el conocimiento metacognitivo, experiencial y creativo.
Con la experiencia y la reflexión el ser humano aprende a controlar mentalmente su competencia (concimiento metacognitivo), también desarrolla un saber situacional o contextual, es decir, sabe ajustar con precisión su competencia a los requerimientos del entorno y dar respuestas casi inmediatas y efectivas al mismo (conocimiento experiencial). Finalmente, la persona de experiencia reflexiva, desarrolla una manera peculiar y siempre renovada de ejercer su competencia, su propio estilo (conocimiento creativo). Para Villarini una competencia comprende seis dimensiones:
1) Creatividad
2) cognitiva
3) metacognitiva
4) experiencial
5) ejecutiva
6) actitudinal
La competencia funcional como es planteada por Arellano (2002) tiene una cercanía estrecha con esta caracterización holista de la competencia. La competencia, como función se la conceptualiza por su función específica y aplicada a una situación dentro de un contexto. A la competencia se le concibe como el producto de numerosos aprendizajes que se ejecutan en una determinada situación. En esta concepción se reconoce al sujeto como persona al involucrar su intención. El sujeto regula su acción y la adecua según el objetivo que persiga y la situación donde tenga lugar.
Esta línea de argumentación también se encuentra muy cercana a uno de los modelos de las teorías del desarrollo intelectual para considerar en esta discusión sobre las competencias; este modelo es el referido a las Inteligencias múltiples y a la modificabilidad cognitiva (Torff y Gardner, 2001). Desde esta óptica es vital explicar el desarrollo de la inteligencia; se trata de estructurar una exposición del intelecto humano que abarque la esfera de desempeños inteligentes vistos a través de las culturas, planteando el cómo se deben evaluar las habilidades mentales en ambientes tan diversos. En este sentido, las personas que logran un alto nivel de competencia muestran un comportamiento inteligente, ante la preguntan de cómo está organizada la mente para enfrentar tareas diversas. Por lo que la Inteligencia será la capacidad de solucionar problemas en un ambiente cultural particular y los modos en que se organiza y describen las capacidades humanas.
En síntesis frente a estos modelos de análisis en el campo de las ciencias sociales habría que considerar las implicaciones y consecuencias que tienen las competencias laborales desde esos enfoques epistemológicos en la relación educación-vida, importantes no solo en educación formal sino en todos aquellos ámbitos de nuestra cultura. La formación debería concebirse como una serie de vinculaciones entre las instancias laborales, educativas y las instancias del “mundo”, en donde las competencias se conciben como comportamientos efectivos con las habilidades básicas necesarias para poder desempeñar tareas con el uso debido y la aplicación correcta de todos aquellos elementos con los cuales contamos. Por ello es preciso una nueva concepción de lo que implica la formación de las calificaciones y competencias con una lógica que permita una confrontación creativa ante situaciones cambiantes y problemáticas que son el signo cotidiano en la actualidad. Un saber potencialmente actualizable en la vida cotidiana sobre todo en la resolución de problemas concretos en ámbitos diferenciados. Concibiendo así a las competencias de una forma integral y no solo como asuntos de desempeño laboral adquirido en el sistema educativo e incluso en el espacio de trabajo.
La distinción de los enfoques que hasta aquí hemos desarrollado hace posible una comprensión más cabal de su potencial alcance, lo que permite que los conceptos se tornen claros y más amplios - evitando así los silencios y los supuestos de las ideologías que imperan en el seno de la sociedad –, ello sucede cuando es posible comparar nuestras prácticas sociales reales con el potencial que ofrecen esos conceptos.
La visión holística e integral plantea que la formación comprenda y articule conocimientos globales, conocimientos profesionales y experiencias laborales y se propone reconocer las necesidades y problemas de la realidad (Gonczi, 1996). El modelo de competencias integrales establece tres niveles de acercamiento y de análisis: las competencias básicas, las genéricas y las competencias específicas, cuyo rango de generalidad va de lo amplio a lo particular. Las competencias básicas son las capacidades intelectuales indispensables para el aprendizaje de una profesión; en ellas se encuentran las competencias cognitivas, técnicas y metodológicas, muchas de las cuales son adquiridas en los niveles educativos previos, por ejemplo, el uso adecuado de los lenguajes oral, escrito y matemático. Las competencias genéricas son la base común de la profesión o se refieren a las situaciones concretas de la práctica profesional que requieren de respuestas complejas. Por último, las competencias específicas son la base particular del ejercicio profesional y están vinculadas a condiciones específicas de ejecución.
La UNESCO recomienda que es conveniente agrupar las competencias con base en el Informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI de la siguiente forma:
- Competencias Técnicas: Aprender a hacer. Qué saberes prácticos y teóricos son necesarios que el egresado domine
- Competencias Cognitivas: Aprender a conocer. Habilidades conocimientos y valores Científicos que deberá adquirir el egresado para aprender a comprender
- Competencias Formativas: Aprender a ser y convivir. Valores, actitudes profesionales, sociales y filosóficas que deben tener los egresados
Estos tres tipos de competencias constituyen lo que se ha denominado competencia integrada. Como se señaló anteriormente, los procesos formativos como totalidad plantean forzosamente mirar las competencias integrales desde la relación entre la teoría y la práctica.
Este tercer enfoque busca ligar los atributos generales con el contexto en el que estos atributos serán empleados. Aquí la competencia es concebida como un complejo estructurado de atributos requeridos para el desempeño inteligente en situaciones específicas. A este enfoque se le ha denominado integrado o enfoque holístico de la competencia. Es holístico en tanto que integra y relaciona atributos y tareas, permite un número de acciones intencionales ocurrir simultáneamente, tomando en cuenta el contexto y la cultura del lugar de trabajo en el que se produce la acción (Orozco, 2003).
Con base en ello Orozco define la competencia como la capacidad de un sujeto para desarrollar una actividad profesional o laboral (tareas), con base en la conjunción de conocimientos, habilidades, actitudes y valores requeridos. Tarea es una actividad de tipo profesional que se realiza en un entorno laboral específico. Por ello cuando se consideran las tareas como parte de la enunciación del perfil, aludimos a aquellos tipos de actividades que los profesionales de determinadas áreas realizan, solucionando con ello problemáticas sociolaborales propias de su campo.
Villarini, (1996) desde una visión holística y del desarrollo humano integral, define competencia humana como una habilidad general, producto del dominio de conceptos, destrezas y actitudes, que el estudiante demuestra en forma integral y a un nivel de ejecución previamente establecido por un programa académico que la tiene como su meta. Ser competente significa que la persona tiene el conocimiento declarativo (la información y conceptos), es decir, sabe lo qué hace, por qué lo hace y conoce el objeto sobre el que actúa.
Ser competente también implica, tener la capacidad de ejecución, es decir el conocimiento procesal (sic) o las destrezas intelectuales y psicomotoras para en efecto llevar a cabo la ejecución sobre el objeto. Finalmente ser competente implica tener la actitud o disposición (conocimiento actitudinal) para querer hacer uso del conocimiento declarativo y procesal y actuar de manera que se considera correcta. Las siguientes características definen la naturaleza de las competencias humanas generales:
A) Son resultado de la totalidad de experiencias educativas formales e informales.
B) Son características generales que la persona manifiesta en multiplicidad de situaciones y escenarios como parte de su comportamiento.
C) Son características que una comunidad estima como cualidades valiosas del ser humano.
D) Son capacidades generales que se desarrollan como parte del proceso de madurez, a partir del potencial humano para el aprendizaje, y ante los retos que las diferentes etapas de la vida le plantean a la persona.
E) Son un poder o una capacidad para llevar a cabo multiplicidad de tareas en una forma que es considerada como eficiente o apropiada.
Desde un contexto de formación curricular, para Villarini existen diez áreas de competencias (habilidades) humanas generales que definen la formación integral del estudiante, a saber:
1) Pensamiento sistemático, creativo y crítico
2) Comunicación significativa y creativa
3) Interacción social efectiva
4) Autoestima personal y cognoscitiva
5) Conciencia ética
6) Sensibilidad estética
7) Conciencia ambiental y salubrista
8) Conciencia histórica y cívica
9) Espiritualidad o religiosidad
10) Habilidad psicomotora para la creación y el trabajo
Cuando una competencia humana ha alcanzado un alto grado de desarrollo, al conocimiento declarativo, procesal y actitudinal se añaden otras dimensiones como el conocimiento metacognitivo, experiencial y creativo.
Con la experiencia y la reflexión el ser humano aprende a controlar mentalmente su competencia (concimiento metacognitivo), también desarrolla un saber situacional o contextual, es decir, sabe ajustar con precisión su competencia a los requerimientos del entorno y dar respuestas casi inmediatas y efectivas al mismo (conocimiento experiencial). Finalmente, la persona de experiencia reflexiva, desarrolla una manera peculiar y siempre renovada de ejercer su competencia, su propio estilo (conocimiento creativo). Para Villarini una competencia comprende seis dimensiones:
1) Creatividad
2) cognitiva
3) metacognitiva
4) experiencial
5) ejecutiva
6) actitudinal
La competencia funcional como es planteada por Arellano (2002) tiene una cercanía estrecha con esta caracterización holista de la competencia. La competencia, como función se la conceptualiza por su función específica y aplicada a una situación dentro de un contexto. A la competencia se le concibe como el producto de numerosos aprendizajes que se ejecutan en una determinada situación. En esta concepción se reconoce al sujeto como persona al involucrar su intención. El sujeto regula su acción y la adecua según el objetivo que persiga y la situación donde tenga lugar.
Esta línea de argumentación también se encuentra muy cercana a uno de los modelos de las teorías del desarrollo intelectual para considerar en esta discusión sobre las competencias; este modelo es el referido a las Inteligencias múltiples y a la modificabilidad cognitiva (Torff y Gardner, 2001). Desde esta óptica es vital explicar el desarrollo de la inteligencia; se trata de estructurar una exposición del intelecto humano que abarque la esfera de desempeños inteligentes vistos a través de las culturas, planteando el cómo se deben evaluar las habilidades mentales en ambientes tan diversos. En este sentido, las personas que logran un alto nivel de competencia muestran un comportamiento inteligente, ante la preguntan de cómo está organizada la mente para enfrentar tareas diversas. Por lo que la Inteligencia será la capacidad de solucionar problemas en un ambiente cultural particular y los modos en que se organiza y describen las capacidades humanas.
En síntesis frente a estos modelos de análisis en el campo de las ciencias sociales habría que considerar las implicaciones y consecuencias que tienen las competencias laborales desde esos enfoques epistemológicos en la relación educación-vida, importantes no solo en educación formal sino en todos aquellos ámbitos de nuestra cultura. La formación debería concebirse como una serie de vinculaciones entre las instancias laborales, educativas y las instancias del “mundo”, en donde las competencias se conciben como comportamientos efectivos con las habilidades básicas necesarias para poder desempeñar tareas con el uso debido y la aplicación correcta de todos aquellos elementos con los cuales contamos. Por ello es preciso una nueva concepción de lo que implica la formación de las calificaciones y competencias con una lógica que permita una confrontación creativa ante situaciones cambiantes y problemáticas que son el signo cotidiano en la actualidad. Un saber potencialmente actualizable en la vida cotidiana sobre todo en la resolución de problemas concretos en ámbitos diferenciados. Concibiendo así a las competencias de una forma integral y no solo como asuntos de desempeño laboral adquirido en el sistema educativo e incluso en el espacio de trabajo.
La distinción de los enfoques que hasta aquí hemos desarrollado hace posible una comprensión más cabal de su potencial alcance, lo que permite que los conceptos se tornen claros y más amplios - evitando así los silencios y los supuestos de las ideologías que imperan en el seno de la sociedad –, ello sucede cuando es posible comparar nuestras prácticas sociales reales con el potencial que ofrecen esos conceptos.